En medio de la marcha piquetera del jueves en el centro porteño, en la que miles de personas reclamaron más planes sociales y un bono extra, el testimonio de una joven de 28 años se hizo viral por una frase que pronunció: “Nos quieren mandar a trabajar a la calle y no es justo, porque toda la vida vivimos trabajando de esto”.
La mujer estaba junto a su hija de cuatro años, que estaba durmiendo en un cartón en el piso en medio de los bombos y ruidos de la concentración, cuando se le acercó una periodista de TN para preguntarle qué reclamaban.
“La plata no alcanza para nada, los planes sociales los están cerrando. ¿Qué quieren, que trabajemos de 8 de la mañana a 5 de la tarde por la misma plata que nos pagan? Nos quieren mandar a trabajar a la calle y no es justo, porque toda la vida vivimos trabajando de esto”, contestó la mujer, que dijo trabajar en un comedor.
Y luego ahondó en su situación personal: “Subsistimos haciendo ollas populares y roperitos. Siempre estamos tratando de solventar los gastos para que la gente pueda llevarse un plato de comida. Con el plan no llegamos a fin de mes, no nos gusta hacer esto”, dijo sobre la protesta.
La joven, de 28 años y madre de tres hijos, explicó como una serie de tragedias tanto personales como sociales la llevaron a depender de los planes para subsistir. Según dijo, “nunca consiguió un trabajo en blanco” porque “no terminó el secundario”.
De “familia muy humilde”, su mamá murió cuando tenía 9 años y sus tíos ya tenían numerosos hijos a cargo, por lo que fue a parar a un hogar. Las dificultades se sucedieron con la muerte de su tía y el suicidio de otro tío.
La mujer explicó que trabajó en casa de familias y que “ganaba 4500 pesos por semana, que no es plata tampoco. Estaba de ocho de la mañana a las 16 y eso no es justo”, dijo. “En los trabajos te pagan dos monedas”, continuó.
Su situación ahora no es mucho mejor, aunque tiene casa propia, con cloacas, por la que paga “10.000 pesos de impuestos y servicios”.
“No llegamos a fin de mes, (los planes) es algo que nos sirve, tampoco uno pretende vivir toda la vida así”, dijo. “La gente quiere jubilarse, estar mejor, que sus chicos vayan a una escuela privada”, continuó.
Sin embargo, trató de mostrar una nota de optimismo: “Gracias a Dios, mal o bien, uno come. Porque en otros países están peor que nosotros. Mis hijos comen las cuatro comidas, este país es un país rico”, cerró.
Conmovida por el testimonio de la joven, la periodista no pudo contener las lágrimas. “Me partió el corazón ver a esta nenita de cuatro años, es inevitable hacer un paralelismo con mi hija que también tiene cuatro años. Uno se pregunta porque tiene una realidad y otros otra tan distinta”, dijo al mostrar la cantidad de nenes en la marcha. “Pareciera que nunca cubro marchas, pero uno no termina nunca de acostumbrarse a ver tanto dolor ajeno”, concluyó.