La inflación de marzo, un mes que suele estar marcado como un pico estacional en el año, fue de 11% y estuvo por debajo de lo esperado por el mercado. Pese a que continua en niveles muy elevados, se trata del tercer mes consecutivo de desaceleración de los precios tras la devaluación de diciembre. El Gobierno y los analistas privados esperan que el descenso del IPC sea incluso más pronunciado durante este mes.
El índice de precios acumuló en lo que va del año un alza de 51,6%, mientras que en doce meses sumó 287,9%. La gran sorpresa fue que la inflación núcleo -aquella que no contempla precios regulados ni estacionales- mostró un avance de un dígito (9,4%). Los alimentos subieron 10,5%.
Las consultoras preveían, semanas atrás, que el dato del mes pasado podría ser similar al de febrero (13,2%). Es la misma variación que había dado el IPC porteño para ese mes, que mostró una desaceleración de casi un punto frente a un mes atrás. Sin embargo, ya el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que congrega el Banco Central (BCRA) preveía para el dato del Indec un 12,3%, un descenso frente al mes previo. Para el año se estimaba un 189,4%, una variación menor a la que dejó Alberto Fernández (211%). El costo de ese descenso lo pagará la actividad económica por el fuerte apretón monetario y fiscal que empuja el Gobierno, el freno del dólar y la licuación que están sufriendo los ingresos en un contexto, además, de tasas de interés negativas en términos reales.
Fue el ministro de Economía, Luis Caputo, el que advirtió que el número podría ser incluso un poco más bajo frente al reajustado por el mercado. En una entrevista, el viernes pasado, lo ubicó en torno al 10%. En las últimas horas, en varios despachos oficiales, se hablaba de la posibilidad de un IPC cercano al 10,5%.
“Los comerciantes reconocieron que fijaron sus precios con un dólar de $2000. En ese momento era lo que les pronosticaban las consultoras económicas. No solo no están subiendo los precios, sino que están bajando nominalmente. La carne volvió al promedio de diciembre-enero”, dijo en esa entrevista.
“La inflación de marzo creo que va a estar en torno al 10%. Ya no hay razones macroeconómicas para que haya inflación”, había dicho y había advertido que homologaría paritarias “razonables”. Caputo no solo enfrenta la presión de los gremios, como Camioneros, por aumentos de sueldos que recogen lo perdido tras la devaluación, sino que además está en un enfrentamiento directo con las empresas de medicina prepaga, a las que el Gobierno amenazó con llevarlas a la Justicia tras los aumentos de sus planes.
Semanas atrás, el ministro se había cruzado con las empresas alimenticias. Entonces, había decidido agilizar importaciones y bajarles temporalmente impuestos para hacer competir a la industria local. No es una opción similar la que existe con las prepagas, que subieron sus precios -atrasados en los últimos años- tras la liberación que habilitó el mismo Gobierno a través del decreto 70 publicado en diciembre.